Respirar también está involucrado directamente en la producción de la voz, que es otra actividad vibratoria del cuerpo. Las inhibiciones del llanto, y del grito se estructuran en tensiones que restringen la respiración. El niño que ha sido enseñado que "a los niños se les ha de ver pero no se les tiene que oír", no respira libremente.
La tendencia natural a hablar, dar voces o gritar queda ahogada por los espasmos en la musculatura del cuello. La voz debe restaurarse en todo su alcance y las tensiones específicas del cuello liberadas, si la respiración ha de recuperar su máxima profundidad.

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